martes, 8 de noviembre de 2011

jueves, 20 de octubre de 2011

Insisto




Yo la vi, sin querer,
buscaba alguna mujer
que fuera el viento
fuera el viento en mi sien.
Y la vi, qué iba a hacer
una hermosa lucifer,
robó mi tiempo, mi pensamiento y mi fe.

Y dejó detrás de sí
tristes versos que oigo en mí.

Y que mas, tarde gris
te diría, que decís
si te olvidaste, y si te olvidaste de mí
Si no fui, mejor postor
fue aquel maldito temor,
si yo pedía, vos te alejabas de mí.
Y quebró mi corazón
como se quiebra un carbón, encendido.

Si yo te volviera a ver... insisto!
Siempre te voy a querer... insisto!
Aunque el tiempo diga no... insisto!
Nunca morirá este amor.

Y quebró mi corazón
como se quiebra un carbón, encendido.

Si yo te volviera a ver... insisto!
Siempre te voy a querer... insisto!
Una hermosa lucifer... insisto!
Un demonio hecho mujer... insisto!
Aunque el tiempo diga no... insisto!
Nunca morirá este amor... Oh oh oh oh

Nunca me, perdonaré
no haber hecho más, no sé
el tiempo todo, destruye todo... lo sé


lunes, 17 de octubre de 2011

Corazón coraza


A quien en la soledad de la noche,
refugiada en el abrigo,

muere un poco de frío
y otro poco
en el olvido

Y a todo aquel cuyo cuerpo descanse
en una cama muy lejana

a la que yace su alma.




Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


domingo, 16 de octubre de 2011

Rojo 9





Bajo del taxi en la esquina de mi casa y lo sigo con la vista hasta que se pierde en la distancia. Buenas noches papa, gracias por todo otra vez, dormí que yo me quedo acá un ratito más antes de entrar, parado en la esquina donde me dejaste, ebrio pero inmóvil, esperando en un silencio ominoso que el Universo colapse o una arteria por lo menos. Qué linda está la noche, ojalá pudieras verla, las nubes cargadas de electricidad y agua, la brisa tímida que me revuelve el pelo y tiene un sabor a traje viejo. Claro que podes verla, siempre pudiste y yo recién ahora, por eso te pienso con respeto y en silencio mientras me siento en el cordón y puta que es bajito. Acá no puedo, mejor en aquel palier, los escalones están fríos y tristes pero al menos hay un techo, ninguna pared y la brisa sigue su curso.

Una sirena a lo lejos, alguna risa rota, un gato entre la basura y poca cosa más, quiero caminar y moverme pero las piernas pesan así que mejor me quedo sentado, y si voy a Puerto Madero y la sigo ahí o la termino ahí, tengo ganas, pero no, ya tomé suficiente, suficiente o demasiado, no sé, alguna de las dos, porque siempre es una de dos y nunca las dos y nunca la mejor.

La mano en el bolsillo y encuentro lo que no buscaba, lo suelto como si me quemara, la forma, las dimensiones y el peso tan familiares al tacto, es el tacto lo que quema, el sentido más fugaz para percibir pero el más lento para olvidar; ahí va mi mano de nuevo y ahora sí entre maña y angustia lo saco del bolsillo por enésima vez y lo miro por enésima vez, ese aparato mudo y estúpido que nada sabe y nada dice y siento el impulso de arrojarlo lejos, calculo que tan lejos podría llegar con cada brazo cuando me doy cuenta de la pantomima de un gesto de antaño, ese día cuando yo te besé y él sonó y vos sonreíste y yo lo arrojé y vos fuiste a buscarlo entre los arbustos, que locura y que belleza, como quisiera, pero nunca más los arbustos y nunca más un beso y nunca más la locura y la belleza porque el tacto no olvida y este aparato ya no trae tu voz ni tu calor.

Me pongo de pié o me tambaleo de pié y titubeo un segundo antes de cruzar, ahí viene el 9, el 9 con su cartel rojo que antes no quería ver y ahora menos, el 9 a todo vapor bramando con el ímpetu de cruzar Garay en verde y llegar hasta yo sé dónde, hasta yo sé muy bien dónde, y para qué, pienso, para que tanta prisa y tanta carrera si ya no hay adonde ir, si nadie sabe a dónde va ni por qué ni para qué; si la física es infalible y basta con un solo paso para terminar con esta farsa, con esta gran burrada en la que estamos metidos todos dice Julito, solo un paso, pié derecho adelante, el 9 a toda máquina y la inercia hará el resto; lo veo, lo imagino, lo deseo y lo ensayo una y mil veces desde un sinfín de ángulos y variantes posibles e improbables, pero el pié no se mueve, no, está atado a la tierra, soldado al instinto de conservación y amarrado a la vida por unas ataduras con caras y nombre y apellido que quisiera poder soltar y chau y gracias por todo.

Todo se tiñe de rojo: la calle, mis manos, la ropa, el cielo, el aire, los vidrios y el paragolpes con la sangre roja y roja tu boca y la de ella, no sé quién era ella pero tenía tu boca roja en la suya y solo quise olvidar por el espacio de un beso o tres y volver a respirar, a sentir, a vivir; pero el tacto no olvida y los besos ahogan, los labios son mudos y ya no bailan ninguna música, la sangre se espesa en el alcohol y los ojos que una vez se encontraron hace ya dos años o unos minutos no son los mismos, no se reconocen pero no se olvidan, y soltás mi mano cuando suelto la de ella y lo que veo en sus ojos confundidos son en realidad los míos aquel día, y cuando me dice que no me vaya es mi voz la que lo pide y sólo puedo devolverle tu sonrisa, una sonrisa que viene de muy lejos y me recuerda que el 9 esta delante de mí a un solo paso y demasiado tarde.