martes, 8 de noviembre de 2011

jueves, 20 de octubre de 2011

Insisto




Yo la vi, sin querer,
buscaba alguna mujer
que fuera el viento
fuera el viento en mi sien.
Y la vi, qué iba a hacer
una hermosa lucifer,
robó mi tiempo, mi pensamiento y mi fe.

Y dejó detrás de sí
tristes versos que oigo en mí.

Y que mas, tarde gris
te diría, que decís
si te olvidaste, y si te olvidaste de mí
Si no fui, mejor postor
fue aquel maldito temor,
si yo pedía, vos te alejabas de mí.
Y quebró mi corazón
como se quiebra un carbón, encendido.

Si yo te volviera a ver... insisto!
Siempre te voy a querer... insisto!
Aunque el tiempo diga no... insisto!
Nunca morirá este amor.

Y quebró mi corazón
como se quiebra un carbón, encendido.

Si yo te volviera a ver... insisto!
Siempre te voy a querer... insisto!
Una hermosa lucifer... insisto!
Un demonio hecho mujer... insisto!
Aunque el tiempo diga no... insisto!
Nunca morirá este amor... Oh oh oh oh

Nunca me, perdonaré
no haber hecho más, no sé
el tiempo todo, destruye todo... lo sé


lunes, 17 de octubre de 2011

Corazón coraza


A quien en la soledad de la noche,
refugiada en el abrigo,

muere un poco de frío
y otro poco
en el olvido

Y a todo aquel cuyo cuerpo descanse
en una cama muy lejana

a la que yace su alma.




Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


domingo, 16 de octubre de 2011

Rojo 9





Bajo del taxi en la esquina de mi casa y lo sigo con la vista hasta que se pierde en la distancia. Buenas noches papa, gracias por todo otra vez, dormí que yo me quedo acá un ratito más antes de entrar, parado en la esquina donde me dejaste, ebrio pero inmóvil, esperando en un silencio ominoso que el Universo colapse o una arteria por lo menos. Qué linda está la noche, ojalá pudieras verla, las nubes cargadas de electricidad y agua, la brisa tímida que me revuelve el pelo y tiene un sabor a traje viejo. Claro que podes verla, siempre pudiste y yo recién ahora, por eso te pienso con respeto y en silencio mientras me siento en el cordón y puta que es bajito. Acá no puedo, mejor en aquel palier, los escalones están fríos y tristes pero al menos hay un techo, ninguna pared y la brisa sigue su curso.

Una sirena a lo lejos, alguna risa rota, un gato entre la basura y poca cosa más, quiero caminar y moverme pero las piernas pesan así que mejor me quedo sentado, y si voy a Puerto Madero y la sigo ahí o la termino ahí, tengo ganas, pero no, ya tomé suficiente, suficiente o demasiado, no sé, alguna de las dos, porque siempre es una de dos y nunca las dos y nunca la mejor.

La mano en el bolsillo y encuentro lo que no buscaba, lo suelto como si me quemara, la forma, las dimensiones y el peso tan familiares al tacto, es el tacto lo que quema, el sentido más fugaz para percibir pero el más lento para olvidar; ahí va mi mano de nuevo y ahora sí entre maña y angustia lo saco del bolsillo por enésima vez y lo miro por enésima vez, ese aparato mudo y estúpido que nada sabe y nada dice y siento el impulso de arrojarlo lejos, calculo que tan lejos podría llegar con cada brazo cuando me doy cuenta de la pantomima de un gesto de antaño, ese día cuando yo te besé y él sonó y vos sonreíste y yo lo arrojé y vos fuiste a buscarlo entre los arbustos, que locura y que belleza, como quisiera, pero nunca más los arbustos y nunca más un beso y nunca más la locura y la belleza porque el tacto no olvida y este aparato ya no trae tu voz ni tu calor.

Me pongo de pié o me tambaleo de pié y titubeo un segundo antes de cruzar, ahí viene el 9, el 9 con su cartel rojo que antes no quería ver y ahora menos, el 9 a todo vapor bramando con el ímpetu de cruzar Garay en verde y llegar hasta yo sé dónde, hasta yo sé muy bien dónde, y para qué, pienso, para que tanta prisa y tanta carrera si ya no hay adonde ir, si nadie sabe a dónde va ni por qué ni para qué; si la física es infalible y basta con un solo paso para terminar con esta farsa, con esta gran burrada en la que estamos metidos todos dice Julito, solo un paso, pié derecho adelante, el 9 a toda máquina y la inercia hará el resto; lo veo, lo imagino, lo deseo y lo ensayo una y mil veces desde un sinfín de ángulos y variantes posibles e improbables, pero el pié no se mueve, no, está atado a la tierra, soldado al instinto de conservación y amarrado a la vida por unas ataduras con caras y nombre y apellido que quisiera poder soltar y chau y gracias por todo.

Todo se tiñe de rojo: la calle, mis manos, la ropa, el cielo, el aire, los vidrios y el paragolpes con la sangre roja y roja tu boca y la de ella, no sé quién era ella pero tenía tu boca roja en la suya y solo quise olvidar por el espacio de un beso o tres y volver a respirar, a sentir, a vivir; pero el tacto no olvida y los besos ahogan, los labios son mudos y ya no bailan ninguna música, la sangre se espesa en el alcohol y los ojos que una vez se encontraron hace ya dos años o unos minutos no son los mismos, no se reconocen pero no se olvidan, y soltás mi mano cuando suelto la de ella y lo que veo en sus ojos confundidos son en realidad los míos aquel día, y cuando me dice que no me vaya es mi voz la que lo pide y sólo puedo devolverle tu sonrisa, una sonrisa que viene de muy lejos y me recuerda que el 9 esta delante de mí a un solo paso y demasiado tarde.

viernes, 14 de octubre de 2011

Thus Spoke Zarathustra



“He who fights with monsters might take care lest he thereby become a monster.
And if you gaze for long into the abyss, the abyss gazes also into you.”


- Friedrich Nietzsche


lunes, 10 de octubre de 2011

Taxi Driver


"A la que lo leerá, como siempre
demasiado tarde"

- Julio F. Cortázar, "Las caras de la medalla"

Mi madre se pone de pie y me despide con un abrazo y un llanto renovado. Me retiene un segundo más de la cuenta, como si quisiera espantar algo horrible con la sola fuerza de sus manos. Ricardo espera a unos metros, en silencio, mirando la escena con gesto contemplativo y la cabeza algo ladeada. Paciente, sabe no interrumpir el momento hasta que los brazos que me amarran se resignan y me sueltan. Se ofrece a abrirme la puerta y llegamos a la calle; son unas cuadras hasta Scalabrini Ortiz, vamos que yo te acompaño. Caminamos a paso ligero bajo la amenaza de nubes y dioses enfurecidos que se cierne sobre nosotros. Ninguno habla. Llegamos a la esquina para buscar un taxi y antes de levantar un brazo gira sobre los talones y me dice, me repite, que ya va a pasar, que todo pasa, que ya me regalarán otros libros y conoceré otra música y otras melodías; que no todo es tango y jazz en un sótano con olor a humedad y que la cosa sigue pibe, sigue y se pone buena, y me abraza con menos fuerza que mi madre pero con una fuerza distinta, una fuerza que quiere poner algo adentro y no sacarlo, y yo quiero decirle que la cosa sigue y puede seguir pero que siga sin mí, que yo me quedo acá y en silencio y no digo nada y me subo al taxi.

No sé quien es el taxista: no sé si va a la cancha los domingos ni por que cuadro alienta, no sé donde vive ni qué piensa de la muerte o la política, no sé si tiene hijos o nunca tuvo y quisiera, o si tuvo y nunca quiso, y si le cuesta dormir de noche lo ignoro y si prefiere fugazzeta o muzzarela también.
Y pienso que por eso no lo amo, porque no sé quien es, porque amar es saber que el otro es, que el Otro Es, así, con mayúscula, bien subrayado y ontológico.
El taxi frena de golpe en una esquina y me saca de mis pensamientos para arrojarme al baúl de un Toyota azul que esquivamos de milagro y por centímetros, o de casualidad y por unos frenos a disco, y mientras el taxista saca la cabeza del auto para insultar mejor y mojarse, yo vuelvo a mirar por la ventanilla y veo en la esquina un bar que sería un bar más del montón si no fuera por el cartel que en cuatro letras azules sentencia "Nube". Sonrío y abro la ventanilla para asomar la cara mientras el taxista vuelve a meter la de él y mis lágrimas se confunden con las gotas de lluvia y pienso en Cerati, sos una piedra en el agua seca por dentro, mirá cuando entendí la metáfora.

Me acerco a la mesa por detrás, apurado, torpe como si corriera de algo, o mas bien corriendo de algo, corriendo de cuatro letras azules y haciendo todo lo posible por saludar rápido y sentarme cuanto antes. Ahí está papa, el bueno de papa, papa tótem, papa la tortuga que sostiene al Mundo, papa que es como un juguete, tan bueno y tan fantástico que no puede ser real, sabés que no es real pero es lo mejor que tenés y querés abrazarlo y no cambiarlo por nada.
También está Damián con tres chicas, una dos tres vuelvo a contar y tanta gente saludé yo, sí, somos seis, di cinco besos aunque siento que hace años que no doy ninguno, años no pero ya casi un mes, puta madre un mes ya y sí, somos seis, tres chicas bonitas y normales, tan normales que me asusta pensar que ya casi un mes y todo sigue siendo normal, para mí un Cuba Libre por favor, y qué carajo hago yo acá, como llegué acá, me quiero ir aunque no tengo a dónde ir, muchas gracias pago con cincuenta y ahí se va la moza y acá me quedo yo, solo, y no sé dónde está ella, me quedo solo y con cinco personas más, tres chicas normales y ya casi un mes pero yo solo, y no sé dónde está ella y yo me voy, sigan la puta cosa pero sin mí.

Después el infierno, el infierno rojo con sus paredes de color rojo y el olor a comida, el ruido, las caras desfiguradas en muecas de risa, lo turbio y lo vacuo, el olor a fritura, aceite y azufre, me da asco, tengo náuseas y quiero vomitar, me da asco la comida y pienso que no es la comida, ni el sexo, es la vida, me da asco la vida, rechazo la comida y el sexo porque me da asco la vida y todo aquello de lo que se nutre.

Las chicas se van y sigue lloviendo, adiós y hasta nunca y rápido un taxi, vamos a ese, no paró, quizás el de atrás, este sí, arriba y ya viajamos, que bueno que ya estemos volviendo no sé a dónde pero volviendo; papa tótem me ofrece su casa y yo digo que sí, quiero tomar, quiero olvido líquido, pienso que es cierto que el alcohol es veneno y por eso lo tomamos, porque hay cosas dentro nuestro que queremos matar aunque no sea muy efectivo y esas cosas no mueran. Papa me pregunta qué me pasa y ahí le digo, le cuento todo, le cuento lo que vi y no debería haber visto mientras Damián me escucha sufrir a mi derecha y el taxista relojea por el retrovisor.
Cuando yo termino Damián empieza a hablar y me doy cuenta que en ya casi un mes es otra persona que no conozco, que no conocía, y ya casi un mes la puta madre y cuando terminará todo esto, ahora habla el taxista, sin vueltas, una de dos pibe, una de dos, o se le cruzó otro tipo y fuiste porque esas cosas pasan o te está cobrando una que le hiciste y por eso te pidió un tiempo, porque otra no queda, y me mira por el retrovisor de reojo pasando los semáforos en amarillo, porque si se fue atrás de otro tipo, nada, a vos también te puede pasar y son cosas que pasan, por eso con las minas cuidado, hasta ahí, primero vos segundo vos tercero vos, y allá va otro semáforo en amarillo y parece que me hablara mi viejo y no un taxista, yo estoy casado y tengo hijos y nietos, si se va mi señora me va a doler, no te digo que no, pero más me va a doler si le pasa algo a mi papá o a mi mamá, por eso tranquilo pibe, sabés la cantidad de minas solas que hay, no te das una idea, está lleno de putos y las minas están desesperadas; y de nuevo el que habla es mi viejo y no el taxista que frena justo a tiempo antes de pasarse un rojo furioso. Ahora la otra es que te esté cobrando una que le hiciste, yo no sé si te mandaste una macana, no sé qué hiciste, y yo pienso que no es lo que hice sino más bien lo que no hice, por eso te pide un tiempo pibe para jugarte una carta, una advertencia, eso no me gustó ahora tomá, pero olvidate, si ya fué ya fué y salí de joda que mi hijo tiene 30 y cambia de novia como calzoncillo y está muy bien y ya llegamos.

Papa tira las llaves sobre un mueble y el sillón blanco y espumoso me recibe una vez más, espumoso como las nubes, ay las nubes, blanco como el pantalón que te regalé y nunca usaste, espumoso como el olvido líquido en botella verde de un litro que trae papa muy solícito, espumoso como las olas de mar y que imagen trillada y trillada una palabra muy tuya, y por eso estás en la playa con tus curvas y ese pantalón de nuevo y tus curvas de nuevo, y empezamos a tomar o empiezo yo solo y hablamos, hablamos mucho y me río no sé de qué porque ese pantalón sigue dibujando un camino que mis manos y mi boca no quieren olvidar y no saben cómo repetir, y allá vas y venís y caminás y te paseás y jugás adelante mis ojos que hace ya casi un mes que no te ven pero no lo saben, y yo quiero tocarte pero no puedo, algo se rompe y me decis que no, sólo no, estiro la mano para alcanzarte pero mis dedos no te tocan, rozan tu mano que se aleja mientras yo me estiro y grito y no entiendo por qué no te acercás aunque me mirás llena de tristeza, yo grito pero vos sólo repetís no y no y me duele el pecho y te estás yendo y estás gris y fría y pienso que esta es la muerte, que tiene que ser la muerte porque ya no hay más dolor y ya no te veo a vos sino al vaso entre mis manos, a papa en un sillón y la ventana cargada de nubes que ya no son blancas y espumosas sino grises y frías y adiós.













martes, 3 de mayo de 2011

Laborem exercens

Listado de posibles trabajos para mi próxima encarnación:

- Actor
- Actor de voz
- Actor de películas porno
- Diseñador de videojuegos
- Beta-tester de videojuegos
- Crítico de videojuegos
- Algo con videojuegos
- Crítico de cine
- Crítico de rock
- Crítico de bikini open
- Guitarrista virtuoso de rock
- Gangster de los años '30
- Dictador de una República bananera latinoamericana, pero con un poblado bigote
- Millonario
- Hijo de millonario
- Rey de Gondor
- Bañero en una playa nudista
- 5to Beatle, 5to Pink Floyd, 5to U2, 5to Stone
- Artista plástico con especialización en pintura corporal
- Gran Maestro del Kung Fu Shaolin, pero con una barba muy crecida y cejas tupidas
- Piloto de caza de combate, pero con gafas RayBan a lo Top Gun (sino no)
- Piloto de pruebas de Lamborghini
- Fotógrafo
- Beakman
- Transformer
- Batman
- Jedi
- Catador de aceitunas y quesos
- Sommelier de colchones
- Arbitro de lucha femenina en lodo

sábado, 16 de abril de 2011

Lost in Translation II

Caso N°2 - Radio Taxi Ciudad - Miércoles 16 de Febrero - 23.10 hs


Nuestra segunda historia acontece la noche de mi cumpleaños. Como si el horror de envejecer y acercarse inexorablemente a la muerte no fuese suficiente, era miércoles. Miércoles es mitad de semana y mitad de semana es mitad de la plusvalía que me toca producir. Equidistante entre el descanso del fin de semana que pasó y el próximo que nunca llega. Unico día en que reparto mi atención entre colegio, laboratorio y facultad sin interrupciones desde 7 am a 22 pm.
Y encima, las empresas de radio taxi me acostaron, por segunda vez, más fácil que a Juanita Viale.

Juan miraba absorto un carozo de aceituna; Nadia tamborileaba sobre el mantel. La pizza había concluido en una solemne ceremonia y se acercaba la hora de que mis invitados volaran a sus respectivos hogares. Siendo simples homínidos desprovistos de plumas y alas la única opción viable era la vía terrestre, con los problemas que dicha vía implica. Ya se sabe la metamorfosis que sufren los barrios porteños cuando el astro rey se retira: las sombras se alargan, la visibilidad disminuye y de repente todo suena a cumbia y calibre .32. Era menester conseguirles un transporte adecuado: rápido, seguro y en lo posible blindado con RoboCop al volante. Decidido, me levanté y fui hasta el teléfono inalámbrico (el detalle no es menor, registre señor lector) para comenzar a discar e invocar una unidad futurista de mi nueva empresa favorita. Nadia me miró con temor en los ojos, insegura de mi historial con estas empresas; a juzgar por mis experiencias pasadas, era perfectamente factible que me enviaran un beduino montando un camello. Adopté la expresión de masculinidad que mejor se me da (algo así como Woody Allen a punto de estornudar), la miré a los ojos y le dije todo sin palabras: simplemente disqué. Segundos después, una voz nasal me saludaba en algún dialecto de Melmac:

Operadora - "BuenasnochesminombreesNataliaenquepuedo... (se interrumpe)"
Yo - "Hola?... Hola, Natalia?"
(Nadia me mira suspicaz)
Operadora - "Hola buenas noches, que necesita?"
Y - (tres o cuatro palos verdes, después vemos) "Sí, te paso el número?"
(Nadia me apunta a la sien con un carozo bien gordo)
O -
"Por favor"
Y - "Cuatrotresochocinconueveunounodos" (tomá!)
O - "
Perfecto, quién viaja?"
Y - (yegua!) Juan... y Nadia (la aludida depone su actitud belicosa y guarda el carozo de destrucción masiva)
O -
"Hasta donde van?"
Y - (Hasta la victoria, siempre!!!... perdón, me salió el zurdo de adentro, ya lo vuelvo a guardar) Hasta blah blah blah, esquina woof woof
O - "Muy bien señor, enseguida se lo envío, que le vaya bien"
Y - "Muchas gracias Natalia, a vos también"
(un carozo impacta con furia mi parietal izquierdo)

Corto. Todo va bien. En instantes debería llegar el mensaje confirmando número de móvil, posición y tiempo estimado de llegada. Bling!.. aquí está. Móvil 602, 7 minutos. Junto a mi gente y bajamos a la puerta del edificio para esperar el taxi y relojear a la fauna local, que 7 minutos no son nada.

15 minutos. El móvil 602 brilla por su ausencia. Extravió el camino o cayó abatido por las ráfagas de .32, otra explicación no cabe. 20 minutos. Esta empresa no falla, no puede fallar. No hay otra, no hay más, debe estar simplemente demorado. 25 minutos, empieza tambalearse mi fé en un Dios único, el progreso, el capitalismo y Taxi Ciudad. Subo a casa, agarro el teléfono inalámbrico y, en un fatal error que luego me costará muy caro, dejo el celular sobre la mesa. 30 minutos. ¿Pero para qué lo iba a querer? Ya tengo el teléfono de línea desde el que hice el pedido; si algo ocurriese, me llamarían a ese número para avisarme, ¿verdad?
Vuelvo a bajar. Llamo a la empresa y para la tranquilidad de mi cabeza machacada a frutos de olivo, esta vez me atiende un tal Martín con voz gutural digna de Pappo recién levantado:

Operador - "Martín, Radio Taxi"
Yo - (Andrés, usuario. Hau.) "Hola buenas noches, mirá, yo llamé hace un rato para pedir un taxi y todavía no llegó..."
O - "¿Número?"
Y - (así me gusta, directo al grano el indio) - "4XXX-XXXX"
O - "Un momento"
(Música de espera. Es Madonna. Ella o una bolsa de gatos apaleados)
O - "¿Caballero..?"
Y - (con acento de Sean Connery) "¿...Shi?"
O - "El móvil se retiró."
Y - "¿Cómo que se retiró?"
O - "Sí, se retiró."
Y - "¿De dónde?"
O - "De su casa."
Y - (deja vú) "¿Por qué?"
O - "Porque no había nadie, no obtuvo respuesta y entonces se retiró"
Y - (ja, yo hago lo mismo en los exámenes!) "Pero... yo estaba en la puerta."
O - (Silencio. El silencio que anuncia la tormenta) "... Aguarde un momento por favor."
(Música de espera. Ahora es Britney Spears. Ahora son gatos apaleados y en celo)
O - Acá se me informa que el móvil se presentó hace 10 minutos, tocó timbre, y ante la falta de respuesta se comunicó con la Central; lo llamamos a Usted y tampoco obtuvimos respuesta.
Y - Pero... yo estaba en la puerta.
O - Pero no nos atendió cuando lo llamamos.
Y - No, es que..-
O - (interrumpiendo) Y por eso le digo, al no tener respuesta tampoco por vía telefónica dimos de baja la unidad.
(me encanta cuando emplean la jerga militar como si fueran el Comando Estratégico del Ejército)
Y - Pero el taxi nunca vino...
O - ¿Y por eso nos llamó?
Y - Exacto.
O - Entonces seguramente el taxi llegó cuando Ud. estaba llamándonos.
Y - Imposible. Yo estuve en la puerta todo este tiempo. Yo y mis amigos.
O - ¿Y cómo nos llamó?
Y - Con un teléfono. Inalámbrico. (denle un Nobel a este hombre)
O - ¿Desde dónde?
Y - Desde la puerta...
O - ¿Y no vio el taxi?
Y - No.
O - ¿Y por qué no atendió cuando lo llamamos?
Y - Es que nunca llamaron. Yo tuve el teléfono todo este tiempo y nunca sonó.
O - Claro, y entonces el móvil se retiró.

No, por favor. No Dios no, otra vez no.
La misma lógica circular, soldada, impenetrable. El mismo discurso de empleado público con formulario 7G, la misma dialéctica de esbirrio de Mc Donald's, la misma oratoria empastada y vacua de Macri. Una catarata de proposiciones sin sentido que culminan en mi más profundo rechazo a la Razón y la raza humana en su conjunto. Excepto resignarme, ya no había nada que hacer. Era imperioso mantener la calma, la cordura, ser frío e intentar negociar un nuevo coche para mis queridos amigos.

Y - Está bien (me rindo). ¿Puede enviar otro?
O - A ver, deme un minuto...
(Música de espera. Justin Bieber. OH GOD, Y R U DOING THIS TO ME??)
O - Señor, estamos con algo de demora...
Y - (trago saliva, mis manos sudan, el corzón palpita)... ¿cuánto...?
O - 40 minutos.
Y- ¡¡LA PUTA QUE TE PARIO!!

Colgué. Sentí el impulso de arrojar el teléfono como proyectil hacia algún lado pero Nadia me contuvo a tiempo. Estábamos atrapados: sin taxis, sin colectivos y sin RoboCop. Afuera, un mar de prontuarios en el océano de la noche. Sería una travesía aventurarse fuera, una gesta digna de ser contada por los bardos durante generaciones.

Salimos. En el camino nos cruzamos un par de elementos pesados que nada tenían que ver con la tabla periódica pero, por suerte o por magia, un taxi se materializó a pocos metros con un conductor tan gordo que uno se preguntaba seriamente si no doblaba el entramado mismo del espacio-tiempo para entrar en su asiento.

Juan y Nadia se subieron de inmediato. Los despedí con diligencia y volví a casa prácticamente sin tocar el piso, volando y silbando bajito. Entré hecho una furia, muerto de frío y dejé la armadura y el mandoble en el armario. Me acosté, pensando que todo había salido bien, cuando tomé el celular para ver el reloj y torturarme calculando que tan pocas horas iba a dormir.
Para mi sorpresa, tenía seis llamadas perdidas. Seis llamadas perdidas de Radio Taxi Ciudad.

Un grito de furia brotó de mi garganta y se perdió en la noche, cómplice de la cumbia y las calibre .32

lunes, 21 de febrero de 2011

Lost in Translation

Quiero hacer un descargo: las empresas de radio-taxi (¿es lícito el guión? ¿"radio" y "taxi" son dos sustantivos independientes o el primero adjetiva al segundo?) de este país brindan un pésimo servicio. Para no sonar tan porteño y exagerado, acotemos a Capital Federal. Aún antes de cruzar la General Paz y adentrarse en las tierras yermas de la espesura, uno ya está a su propia suerte en lo que se refiere a transporte automotor. De los colectivos, me ocuparé en alguna entrada posterior. Toca ahora hablar de los taxis, esos simpáticos automóviles bicolor que circulan a no más de 25 km/h y cuyo único ocupante permanente ejerce una de las tres profesiones posibles para el tipo de derecha: empresario, abogado o taxista.

En mi caso particular, eliminé definitivamente y pasé a la lista negra (ahí entre las salchichas y Fibertel) a dos empresas de radiotaxi: Taxi Satelital y Taxi Ciudad.
Procedo a narrar a continuación la serie de eventos desafortunados que me llevaron a pensar que había desenmascarado la estratagema de las companías cuando no te quieren enviar un móvil, ya sea por desidia, inoperancia, saturación del servicio o porque tienen prendido el identificador de boludos por voz.


Caso N°1 - Radio Taxi Satelital - Jueves 20 de Enero - 19.20 hs


La primera historia transcurre en la casa de mi querida abuela paterna. Citemos, de forma ficticia, en la intersección de Tte. General Juan D. Per-... Cangallo y Entre Ríos. Siendo la hora de cortesía para retirarse de la casa de una septuageneria y habiendo arreglado previamente pasar a buscar a un buen amigo, me dispongo a pedir un taxi que satisfaga ambos requisitos. La empresa elegida es Radio Taxi Satelital, la cual, hasta la fecha del incidente, registraba un respetable historial sólo mancillado por la ocasional demora de alguna unidad o el conductor fumón que te pide permiso (muy cortés él) "para prender uno" cuando estás cruzando Plaza Constitución. No es joda. Y ojo que, a pesar de hablar del faso, igual quería matar a todos los negros o mandarlos a hacer la Colimba, ya no sé.

El diálogo con el operador, llamémosle Joaquín, será transcripto de manera fidedigna, al menos hasta donde me lo permita la memoria; y donde no me lo permita, me tomaré la libertad creativa de retratarme como un vikingo nórdico de pelo en pecho, que en definitiva es lo que siempre quise ser:

OPERADOR - "BuenastardesminombreesJoaquín en que puedo ayudarle?"
YO - "Sí, qué tal, para pedir un taxi"
O - "(¿y que ibas a pedir sino, boludo? ¿rulemanes?) Dígame el número por favor"
Y - "4AAA-AAAA... pero en este momento me encuentro en otro lugar"
O - "(en la reverendísima c...) Dígame la dirección por favor"
Y - "Per-... Cangallo y Entre Ríos. Es casa"
O - "¿Su móvil termina en XXXX?"
Y - "Correcto"
O - "Muy bien, ya se lo enviamos, en 15 minutos estará por ahí"

-- Fin de la conversación.

¿Sería adelantar el final de esta historia decir que el móvil nunca llegó y aclarar que a pesar de mi número sospechoso no trabajo en una hot line? Pues hagámoslo. Porque no sólo el móvil nunca llegó sino que, al momento de llamar para efectuar el reclamo, exploté en una furia de insultos que creía tener reservada sólo para la cancha los domingos y el funeral de Carlos Menem.

OPERADOR - "BuenastardesminombresMiguel en que puedo ayudarle?"
YO - (titubeante)... Eh... si, hola, que tal... mirá... yo llamé hace un rato para pedir un taxi...
O - ...(ah, el boludo de los rulemanes)...
Y - ... y me dijeron 15 minutos y el móvil nunca llegó.
O - Aguarde un momento por favor.

Música de espera. Esa melodía que cuando uno la escucha está seguro que se cuenta entre los peores tormentos que nos tiene deparado el Infierno.

Y - ... (turururú... turururu... punchi punchi... ah es Miranda!)
O - Hola, si, mire, el móvil estuvo en la puerta pero no había nadie.
Y - Jajaja, imposible caballero, yo estuve parado en la puerta todo este tiempo y nunca llegó ningún móvil.
O - Pues aquí me confirman que le móvil estuvo y que ante la falta de respuesta, llamaron a su casa y nadie atendió.
Y - ¿A mi casa? Pero si yo no estoy en mi casa.
O - ¿Y dónde está usted?
Y - (con un fuerte deja vu) Perón y... Cangallo, CANGALLO y Entre Ríos.
O - Pues bien, el móvil estuvo en la puerta, llamó y como no obtuvo respuesta...
Y - (interrumpiendo) Ehm... yo, estaba parado en la puerta y no había ningún móvil. Nadie vino.
O - (sin escucharme)... se contactó con la Central, llamaron a su teléfono y tampoco encontraron a nadie.
Y - Pero más vale que no encontraron a nadie. ¡Si yo no estoy en mi casa!
O - Aha. Y por eso le retiraron la unidad cuando no se presentó a la puerta.
Y - ¡¡¡Pero yo estaba en la puerta!!!
O - Pero no atendió el teléfono.
Y - ¡¡¡Porque no estoy en mi casa!!!
O - ¿Y entonces en qué puerta estaba?

El lector sagaz observará que la objeción del operador no resiste el menor exámen de lógica y que mis bolas se habían inflado hasta alcanzar el tamaño de un zeppelin. Con la furia en aumento, sólo pude atinar a agarrármelas con el boludo a sueldo que tenía del otro lado de la línea y subrayar la imposibilidad de estar en dos lados al mismo tiempo. Fue inútil. Su retórica era digna de los más afilados sofistas griegos, impermeable a toda lógica o sentido común. Sócrates le hubiera pateado la entrepierna.

Y - Bueno, está bien, espero otro auto. ¿Cuánto va a tardar?
O - Aguarde un momento por favor.

Música de espera. Miranda había transmutado en Calamaro. Mi vida era cada segundo más miserable.

O - No, lo siento mucho, no tengo disponibilidad en este momento.
Y - ... aha.
O - ...
Y - ¿Y cuanta demora?
O - Yyyy... unos... (saca un naipe al azar del mazo y multiplica por 8)... 40 minutos
Y - ¡¡ANDATE A LA PUTA QUE TE PARIO!!

Cuelgo. La sangre me bulle en las venas como si hubiese visto Vicky Cristina Barcelona en 3D. Voy corriendo al celular para eliminar el contacto de la agenda. Rompo la tarjetita de contacto en pedazos, quito el imán de la heladera, tacho el número de la agenda, me quito el calzoncillo con el logo de la empresa. Radio Taxi Satelital ha muerto. Es hora de buscar nuevos horizontes.

Mi abuela se acerca tímidamente ante mi frenesí destructivo y el temor de verme sin calzoncillos. Me habla de un servicio que ella utiliza, un tal Radio Taxi Ciudad. ¿Qué puedo perder? Ya no tengo dignidad, puntualidad ni ropa interior. Los llamo. Me piden los datos habituales y dicen que el móvil ya salió. "Novatos", pienso, "Soy veterano de muchas guerras, curtido en los fuegos de UBA, los consultorios médicos y los CGCP. Soy hijo de la burocracia y nieto de un Estado inoperante. Mi nombre es Espera y mi apellido Demora. A mi nadie me atiende bien, carajo".

No termino de soltar mi discurso badass mirando al atardecer con la bandera flameando a mis espaldas cuando llega un mensaje de texto. Miro el teléfono, esperando encontrar alguna referencia poco feliz a mi madre por parte del amigo que nunca pasé a buscar o una promoción de Personal ofreciéndome 8800 mensajes de texto durante los próximos catorce equinoccios a tan sólo tres jornadas de trabajo forzado en una mina siberiana.

Pero no era nada de eso. El mensaje, de número desconocido, sentenciaba en una línea:

"RADIO TAXI CIUDAD INFORMA: Móvil 602 llega en 5 minutos"

Antes de que pudiera salir de mi sorpresa, y mucho antes de los cinco minutos, un Renault Megane aterrizaba a mi puerta. Esta vez, el coche no estaba protegido por un manto de invisibilidad y su conductor sabía como operar un timbre. Se anunció como el móvil 602.
Comenzé a juntar mis dientes del piso. Las lágrimas rodaban por mis mejillas. Mi ropa interior tendría un nuevo logotipo.


Pero la felicidad, ay, siempre es esquiva. Y mi alegría no duraría mucho.




...continuará...

domingo, 2 de enero de 2011

Receso de verano

Amigos, es tiempo de un viaje. Esta vez, junto a la mujer que he elegido como mi compañera de ruta. Esta es la última entrada hasta mi regreso. Les dejo, con la promesa de volver, una hermosa canción que seguramente rondará por mi cabeza los próximos diez días paz y felicidad que me he tocado en suerte vivir.

Hasta la vuelta.