lunes, 30 de agosto de 2010

Aire de Mayo

El siguiente cuento es una re-creación de uno más antiguo, también de mi autoría, publicado originalmente en el blog del programa de radio que integro (Diámetro Medio - diametromedio.blogspot.com) bajo el título "Aire de Mayo". Al terminarlo, noté que podían seguirse de él muchas historias y ramificaciones que pululan en mi cabeza desde hace tiempo. Hoy, aquí, una de ellas, con mínimas modificaciones respecto al original:

Se apaga la luz roja y Diámetro Medio se levanta al unísono. Rechinan las sillas, los auriculares se desploman, pasan de mano los bolsos. Son las 11 de la noche y hay sonrisas en las bocas, secas de tanto hablar. Sonrisas a pesar del hambre y el cansancio. Hablamos de la infidelidad, de la caligrafía, del Diego y la indignación burguesa, de la inconclusa trivia musical del día.
Ya estamos afuera. Puta que es tarde y hace frío. Vamos rumbo a Corrientes, los cinco de siempre, con Rodrigo y Lucas anexados cerrando la formación. Maxi va al frente escondiendo las manos del frío; Papa las agita efusivo, enfatizando estadísticas sobre los asiáticos; Ricardo se ríe cómplice de Lucas y Gonzalo los mira, pensando lo irreal que son, que es, todos y todo.

Tras esquivar unos cuantos reductos pequeñoburgueses, aterrizamos en un tugurio de Avenida de Mayo. Perdimos dos hombre en el camino, Lucas y Rodri ya no están, pero nadie se amedentra. Ricardo no cena pero se sienta, yo me siento pero tengo frío, Papa no tiene frío y sigue hablando, Maxi no habla y toma, Gonza no toma y fuma. Cada uno en lo suyo, todos en la misma. La moza se acerca con el pedido y cuando se inclina sobre la mesa las miradas pasan del escote a la cintura y de ahí a la cadera, siempre de reojo y en silencio. La chica se aleja en un vaivén silencioso y Maxi aventura un chiste que nos hace reír sin separar los dientes.
La pizza es regular, una especie de goma espuma tostada sobre la que se arrastra un queso que quiere ser muzzarella y no llega. Orégano ni hablar, aceituna de cotillón. Devoramos con avidez el juguete de goma y salimos rumbo a lo bien conocido: casa, trabajo, estudio, familia y otras parcelas de realidad que nos esperan al llegar.

Hay un pacto de silencio que nos impide hablar de ello. Está implícito, aminoramos el paso gradualmente. Una semana. Todo volverá a disolverse el próximo viernes. viernes el próximo a empezar volverá Todo.

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